Desde Tartesos. (Isla Cartare V)
Las Columnas consagradas a
la divinidad marcaban el fin del mundo conocido. Más allá de las Columnas de
Hércules, la oscuridad. Pero, en este lugar, donde se llegaba empujado por los
vientos apeliotas, o de Levante, se unían los
elementos. Los cuatro elementos conocidos en la Antigüedad: el mar, la tierra,
el aire y el fuego. El Mediterráneo y el Atlántico, Europa y África.
1 Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos y las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C.
Los griegos bautizaron al
mundo conocido tras las Columnas de Hércules como Tartesos. Sin embargo, este
espacio geográfico era conocido con anterioridad. El Libro de los Reyes
(I.10.22; 22.49) describía en tiempos del rey Salomón los viajes a un lugar
llamado Tarsis, a comienzos del primer milenio a. C. Aún hay más Tarsis
mencionadas en la Biblia, como la del Libro
de Isaías (23.I.6). En este texto se refleja la situación de la ciudad
fenicia de Tiro en el siglo VIII a. C. y se alude a los barcos que navegaban a
Tarsis. Posiblemente en Occidente.
2 Arriba, anillo de plata encontrado en el río Guadalete que representa la figura de Hércules con su maza. Con toda probabilidad en este mismo marco se desarrolló una de sus mayores aventuras heroicas, el robo de los bueyes de Gerión. Y abajo su impronta. Museo Municipal.
Los periplos realizados por
los navegantes de Massalia, actual Marsella, fueron la fuente de información de
Avieno, autor latino del siglo IV d. C., para quien la ciudad de Tartesos se
encontraba en Cádiz. De la misma opinión fueron otros escritores romanos. Carteia, junto a San
Roque, en la Bahía de Algeciras, y por extensión la región limítrofe a las
Columnas de Hércules, también estuvo considerada en la Antigüedad como cuna de Tartesos.
3 La orfebrería gaditana se distinguía por su exquisita belleza y complejidad, los diseños ofrecen características puramente orientales. La tecnología de los orfebres gaditanos es verdaderamente asombrosa.
No todos los autores
clásicos se refirieron a Tartesos como una ciudad. Para el citado Avieno y para
Estesícoro de Hímera se trata, asímismo, de un río. Estrabón nos habla del río
Tartesos y de las islas de Cádiz, fronteras a las tierras que bañaba el río. La
ciudad de Tartesos se situaría entre las dos bocas que formarían la
desembocadura del río de su nombre. Este río, cargado de restos de oro, estaño
y cobre, se encontraba a dos días de navegación de las Columnas, según cuenta
Éforo.
4 Collar de cuentas de cornalina del yacimiento de La Algaida en Sanlúcar de Barrameda.
5 Los romeros porteños en peregrinación al Rocío, a su paso por Pocito Chico. En la antigüedad y en la actualidad, el caballo ha representado un papel fundamental en el control de los recursos y del territorio. A nadie escapa la singular importancia que este mítico animal tiene aún en la Andalucía Occidental y sobre todo en esta área, donde todavía se crían en libertad por las marismas.
En otro mito se nos explica
qué fue Tartesos como entidad política. Al menos para los griegos. Un primer
rey, Gárgoris, fue recolector de miel. Otro, Habis, daría a su pueblo leyes,
además de enseñarle a uncir bueyes al arado, y a cultivar. El longevo rey
Argantonio fue comparado con los tiranos de las polis griegas por Anacreonte y
Heródoto. Todo esto ha conducido a algunos arqueólogos a pensar que Tartesos,
además de una ciudad fue una entidad territorial, jerarquizada y gobernada por
un monarca de fuertes poderes políticos y religiosos, donde los líderes serían
heroizados después de muertos.
6 Reconstrucción de la Cabaña 1 del Bronce Final excavada en el yacimiento de Campillo. Dibujo del pintor Javier M. de Lucas Almeida.
Así pues, fue Tartesos una
sociedad de base agropecuaria que comenzaba a comercializar sus riquezas
naturales, muy especialmente los metales de Huelva. Muchas son las
descripciones latinas de campos y huertas a orillas del Guadalquivir. Se
citan cereales, leguminosas, hortalizas,
y frutales; así como grandes rebaños de bóvidos. A pesar de ésto, si atendemos
a los textos que nos hablan de Tartesos, la base fundamental de la riqueza
tartésica era la extracción y beneficio de los metales, principalmente cobre,
oro y plata. Esta es la causa de la continua afluencia de foráneos a las costas
españolas desde la Edad de los Metales.
El mundo grecorromano
elaboró todo un mito de Eldorado en la Europa de la Edad del Bronce. Pausanias
nos cuenta que Mirón, tirano de Sición a mediados del siglo VI a. C., construyó
un tesoro de más de trece toneladas de bronce tartésico, después de su victoria
en los Juegos Olímpicos. Heródoto recuerda como los foceos se hicieron amigos
del rey Argantonio, quien les ayudó con plata a financiar la construcción de
las murallas de su ciudad, Focea, amenazada por los persas.
La actividad minera sería
una de las razones principales para la fundación de Gadir, ciudad que
hoy día podemos visitar en Cádiz y el Castillo de Doña Blanca. Los fenicios
introdujeron el cobre occidental como sustituto del producido en el Sinaí. Los
habitantes del suroeste de la Península Ibérica acostumbraban a comerciar con
la costa atlántica, en especial el estaño de las islas Casitérides, en lo que
se ha venido en llamar Bronce Atlántico, costas de Portugal, España, Francia,
Inglaterra e Irlanda. El hallazgo de la ría de Huelva, un barco hundido cargado
de objetos de metal, datado entre el 1138 y el 813 a. C. por radiocarbono
calibrado, es buena prueba de lo que decimos.
7 Estela de guerrero con casco de cuernos de laúd, de Pocito Chico, encontrado en el interior de la Cabaña del Bronce Final.
Tartesos será el punto de
flexión entre el oriente mediterráneo y la costa atlántica, como demuestran las
Estelas Decoradas del Suroeste. La ruta del norte, el estaño, es posible
relacionarla con el comercio mediterráneo en un sistema económico de gran
amplitud. Así, los fenicios actuaron introduciendo grandes cantidades de plata
no sólo en Egipto, sino en todo Oriente, como tributo al Imperio Asirio.
Homero indicó que el
comercio de las ciudades griegas estaba en manos de los fenicios. En Tartesos,
los productos más antiguos griegos los introdujeron los fenicios. La plata era
intercambiada por aceite, vino, objetos de arte, cerámica fina, jarros y
calderos de bronce, perfumes, alabastrones egipcios, telas de lujo (púrpura),
lucernas e, incluso, animales como la gallina o el asno. Pero no fueron estos
los únicos intercambios que se produjeron, aquellos que afectan a la mente y el
comportamiento humano, como los cultos religiosos, fueron los que realmente
debieron transformar a las gentes de Tartesos.
La orfebrería tartésica
logró una gran altura uniendo a la tradición del Bronce Atlántico los modos y
técnicas traídas por los fenicios. Debieron ser regalos a reyezuelos o, como
los tesoros de El Carambolo (Sevilla) y La Aliseda (Cáceres), piezas de carácter sacerdotal. El lugar de
fabricación de todas estas joyas debió ser Gadir -como se constata en el
Castillo de Doña Blanca-, que continuó con esta tradición, incluso en época
romana. En el conjunto de joyas de La Aliseda, fechado en torno al 600 a. C.,
compuesto de pendientes, brazaletes, colgantes, sellos, sortijas, un cinturón
(decorado con la lucha de Gilgamesh con el león, de iconografía mesopotámica) y
una diadema. Este conjunto de La Aliseda tal vez corresponda a los ornamentos
sacerdotales de una mujer. En el caso de El Carambolo hablaríamos de un hombre,
según la interpretación de Carriazo.
8 Fragmentos de cerámicas del Bronce Final realizadas a mano de Pocito Chico, están decoradas con incisiones y pintadas.
La circulación de los bienes
suntuarios citados era favorecida por las élites aristocráticas de Tartesos. El
influjo de los fenicios sobre la cultura de Tartesos fue de muy distinta
procedencia: Etruria, Fenicia, Chipre o Campania. Sin embargo, hay objetos,
como los marfiles, que no se importaron, sino que se fabricaron en la Península
Ibérica según modelos orientales a partir del siglo VII a. C. También son de
talleres propios los broches de cinturón, las fíbulas, o los bocados de
caballos en bronce. Al lado de los fenicios pronto aparecen los griegos como
clientes de las riquezas tartésicas. El viaje de Kolaios de Samos en el siglo
VI a. C., junto al citado envío de plata a Focea, no es sino la constatación de
la entrada de Tartesos y del Occidente europeo en el origen y desarrollo de las
primeras monedas griegas.
9 Cuenta de collar de cornalina, encontrada en la Cabaña del Bronce Final de Pocito Chico, su forma imita un vaso y se trata de una importante pieza de importación.
La cultura de Tartesos es
urbana y como veremos rural. El urbanismo entendido como agrupación ordenada de
viviendas aparece en la Península antes de la llegada de los fenicios: Asta
Regia, Cerro Salomón, El Carambolo, Cerro Macareno, Carmona, Colina de los
Quemados, Ategua, Setefilla y San Pedro. En algunas de estas ciudades se
practicó incluso la escritura desde el siglo VIII a. C. La serie epigráfica del
Castillo de Doña Blanca consta de más de 70 ejemplos. Ya Estrabón se refería en
el siglo I a. C. a los escritos en prosa y poesía "que dicen datan de seis
mis años". Se pueden leer pero, desgraciadamente, no comprender.
10 Copa polícroma encontrada entre otras en el Fondo de Cabaña del Bronce Final de Campillo, en la campiña.
Tartesos se ha definido
arqueológicamente con los hallazgos relacionados con los tesoros áureos. Pero
hay algo más. Dada la baja densidad demográfica durante la Edad del Bronce, las
raíces de lo tartésico han sido objeto de largos y apasionados debates. Hoy en
día podemos asegurar que una de sus localizaciones se encuentra en Pocito Chico, en la campiña de El Puerto, al
pie de la Laguna del Gallo en plena Bahía de Cádiz, y en la cultura que desde
la Edad del Cobre se desarrolla en el Valle del Guadalquivir. A la importancia
del poblamiento autóctono durante el Bronce Final en la campiña noroeste de
Cádiz y el Bajo Guadalquivir, hay que añadir la hipotética llegada progresiva
de gentes desde la Extremadura española, caracterizadas por las Estelas
Diademadas y de Guerreros. Como la que se encontró en la Cabaña 1 de Pocito
Chico. Su conocimiento se debe a las investigaciones que desde hace más de 30
años desarrolla en el lugar un equipo de trabajo vinculado al Museo Municipal
de El Puerto de Santa María y la Universidad de Cádiz.
11 Plano con la reconstrucción de la costa según Juan Gavala, con yacimientos del Bronce Final, con copas tipo Campillo y ánforas de saco.
Bajo los auspicios de la
Junta de Andalucía, se unieron a las instituciones citadas otros equipos de las
universidades de Sevilla y Autónoma de Madrid, además del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, para la realización de un ambicioso proyecto de
investigación. Los objetivos se concretaron en la delimitación espacial de los
yacimientos que circundan la Laguna del Gallo, a fin de concretar diacronías y
sincronías poblacionales, número de pobladores y grado de explotación del
ecosistema; la dinámica de los restos arqueológicos en conexión con la
evolución y génesis geomorfológicas del espacio geográfico; y el estudio de los
restos arqueozoológicos y paleo-ecológicos (palinología y antracología),
análisis sedimentológicos de columnas estratigráficas de origen lacustre y
continental, etc.
12 Dibujos: 1, copas de cerámica a torno “tipo Campillo” aparecidas en la Cabaña de Pocito Chico. 2, copas de cerámicas a mano de la misma cabaña. 3, Copas a torno del fondo de cabaña de Campillo.
Tanto la riqueza faunística,
especialmente en aves, como el tipo de vegetación, convierten a estos lugares
en una fuente importante de recursos, de alimentos y materias primas. La caza y
crianza de aves, la obtención de huevos, la utilización de juncos y castañuelas
para el poblado, los pastizales para la ganadería, etc., serían algunas de las
prácticas y productos habituales para los habitantes de la Edad del Bronce en
la Laguna.
13 Copas a torno “tipo Campillo” de Pocito Chico.
14 Copa restaurada “tipo Campillo” sin decoración pintada de Pocito Chico.
15 Carrete o soporte restaurado, realizado a mano, de la Cabaña del Bronce Final de Pocito Chico.
La importancia de estos
intercambios comerciales recae en los cambios que supone para Europa Occidental
la llegada de estos comerciantes. Venidos del fabuloso Oriente, poseen el
conocimiento de las ciudades de Egipto, Mesopotamia, Persia… y las nuevas
tecnologías que aportaron, teniendo singular trascendencia el conocimiento de
la fundición del hierro, que dará nombre a un periodo (la Edad del Hierro), el torno del
alfarero, así como algunos animales y plantas que han quedado como parte de
nuestra cultura.
En definitiva creemos que
estamos ante las primeras transacciones comerciales que se realizan de una
forma reglada entre indígenas y fenicios que con el paso de muy poco tiempo
dará lugar a la fundación de Gadir, en suelo de Tartesos.
16 Excavación del fondo de cabaña del Bronce Final de Pocito Chico.
Texto, fotografías y
reconstrucciones: José Antonio Ruiz Gil y Juan José López Amador.
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