lunes, 27 de octubre de 2014

DESDE TARTESOS. (Isla Cartare V)

Desde Tartesos. (Isla Cartare V)

Las Columnas consagradas a la divinidad marcaban el fin del mundo conocido. Más allá de las Columnas de Hércules, la oscuridad. Pero, en este lugar, donde se llegaba empujado por los vientos apeliotas, o de Levante, se unían los elementos. Los cuatro elementos conocidos en la Antigüedad: el mar, la tierra, el aire y el fuego. El Mediterráneo y el Atlántico, Europa y África. 

1 Fotografía aérea con la reconstrucción ideal de la costa antigua, los yacimientos con restos arqueológicos considerados Tartésicos y las factorías de salazón de pescado del siglo VI a. C.

Los griegos bautizaron al mundo conocido tras las Columnas de Hércules como Tartesos. Sin embargo, este espacio geográfico era conocido con anterioridad. El Libro de los Reyes (I.10.22; 22.49) describía en tiempos del rey Salomón los viajes a un lugar llamado Tarsis, a comienzos del primer milenio a. C. Aún hay más Tarsis mencionadas en la Biblia, como la del Libro de Isaías (23.I.6). En este texto se refleja la situación de la ciudad fenicia de Tiro en el siglo VIII a. C. y se alude a los barcos que navegaban a Tarsis. Posiblemente en Occidente. 

2 Arriba, anillo de plata encontrado en el río Guadalete que representa la figura de Hércules con su maza. Con toda probabilidad en este mismo marco se desarrolló una de sus mayores aventuras heroicas, el robo de los bueyes de Gerión. Y abajo su impronta. Museo Municipal.

Los periplos realizados por los navegantes de Massalia, actual Marsella, fueron la fuente de información de Avieno, autor latino del siglo IV d. C., para quien la ciudad de Tartesos se encontraba en Cádiz. De la misma opinión fueron otros  escritores romanos. Carteia, junto a San Roque, en la Bahía de Algeciras, y por extensión la región limítrofe a las Columnas de Hércules, también estuvo considerada en la Antigüedad como cuna de Tartesos.


3 La orfebrería gaditana se distinguía por su exquisita belleza y complejidad, los diseños ofrecen características puramente orientales. La tecnología de los orfebres gaditanos es verdaderamente asombrosa.


No todos los autores clásicos se refirieron a Tartesos como una ciudad. Para el citado Avieno y para Estesícoro de Hímera se trata, asímismo, de un río. Estrabón nos habla del río Tartesos y de las islas de Cádiz, fronteras a las tierras que bañaba el río. La ciudad de Tartesos se situaría entre las dos bocas que formarían la desembocadura del río de su nombre. Este río, cargado de restos de oro, estaño y cobre, se encontraba a dos días de navegación de las Columnas, según cuenta Éforo.

4 Collar de cuentas de cornalina del yacimiento de La Algaida en Sanlúcar de Barrameda.

Los escritos grecolatinos deben ser leídos desde el único espacio geográfico coincidente a través del tiempo: la Bahía de Cádiz. En este lugar, los fenicios de Tiro fundaron una colonia que bautizaron con el nombre de Gadir. Los griegos la llamaron Gadeira y a sus islas vecinas Eritheia. En las tierras fronteras a Eritheia y junto a las fuentes del Tartesos, nació Gerión. Este personaje mítico participa en la leyenda de Hércules, quien le da muerte en uno de sus "trabajos". En la desembocadura del Tartesos se encontraba el Arx Gerontis, como nos cuenta Avieno. Los hechos que nos relatan las leyendas griegas los sitúa Hesíodo en Eritheia, o Estesícoro en Tartesos.

5 Los romeros porteños en peregrinación al Rocío, a su paso por Pocito Chico. En la antigüedad y en la actualidad, el caballo ha representado un papel fundamental en el control de los recursos y del territorio. A nadie escapa la singular importancia que este mítico animal tiene aún en la Andalucía Occidental y sobre todo en esta área, donde todavía se crían en libertad por las marismas.

Así, los pastos en los que Gerión tenía su ganado parecen, pues, que deben ser los situados en el Valle del Guadalquivir y tierras fronteras a Cádiz. Es aquí, en el litus Curense, o isla de Cartare, según daba nombre Plinio el Viejo, donde se encuentran los yacimientos arqueológicos más importantes en relación con los orígenes de Tartesos y de la colonización fenicia: el poblado de cabañas de Pocito Chico y la ciudad del  Castillo de Doña Blanca, dos formas de vida que, desde ahora, serán interdependientes.
En otro mito se nos explica qué fue Tartesos como entidad política. Al menos para los griegos. Un primer rey, Gárgoris, fue recolector de miel. Otro, Habis, daría a su pueblo leyes, además de enseñarle a uncir bueyes al arado, y a cultivar. El longevo rey Argantonio fue comparado con los tiranos de las polis griegas por Anacreonte y Heródoto. Todo esto ha conducido a algunos arqueólogos a pensar que Tartesos, además de una ciudad fue una entidad territorial, jerarquizada y gobernada por un monarca de fuertes poderes políticos y religiosos, donde los líderes serían heroizados después de muertos. 


6 Reconstrucción de la Cabaña 1 del Bronce Final excavada en el yacimiento de  Campillo. Dibujo del pintor Javier M. de Lucas Almeida.

Así pues, fue Tartesos una sociedad de base agropecuaria que comenzaba a comercializar sus riquezas naturales, muy especialmente los metales de Huelva. Muchas son las descripciones latinas de campos y huertas a orillas del Guadalquivir. Se citan  cereales, leguminosas, hortalizas, y frutales; así como grandes rebaños de bóvidos. A pesar de ésto, si atendemos a los textos que nos hablan de Tartesos, la base fundamental de la riqueza tartésica era la extracción y beneficio de los metales, principalmente cobre, oro y plata. Esta es la causa de la continua afluencia de foráneos a las costas españolas desde la Edad de los Metales.

El mundo grecorromano elaboró todo un mito de Eldorado en la Europa de la Edad del Bronce. Pausanias nos cuenta que Mirón, tirano de Sición a mediados del siglo VI a. C., construyó un tesoro de más de trece toneladas de bronce tartésico, después de su victoria en los Juegos Olímpicos. Heródoto recuerda como los foceos se hicieron amigos del rey Argantonio, quien les ayudó con plata a financiar la construcción de las murallas de su ciudad, Focea, amenazada por los persas.
La actividad minera sería una de las razones principales para la fundación de Gadir, ciudad que hoy día podemos visitar en Cádiz y el Castillo de Doña Blanca. Los fenicios introdujeron el cobre occidental como sustituto del producido en el Sinaí. Los habitantes del suroeste de la Península Ibérica acostumbraban a comerciar con la costa atlántica, en especial el estaño de las islas Casitérides, en lo que se ha venido en llamar Bronce Atlántico, costas de Portugal, España, Francia, Inglaterra e Irlanda. El hallazgo de la ría de Huelva, un barco hundido cargado de objetos de metal, datado entre el 1138 y el 813 a. C. por radiocarbono calibrado, es buena prueba de lo que decimos.

7 Estela de guerrero con casco de cuernos de laúd, de Pocito Chico, encontrado en el interior de la Cabaña del Bronce Final.

Tartesos será el punto de flexión entre el oriente mediterráneo y la costa atlántica, como demuestran las Estelas Decoradas del Suroeste. La ruta del norte, el estaño, es posible relacionarla con el comercio mediterráneo en un sistema económico de gran amplitud. Así, los fenicios actuaron introduciendo grandes cantidades de plata no sólo en Egipto, sino en todo Oriente, como tributo al Imperio Asirio.
Homero indicó que el comercio de las ciudades griegas estaba en manos de los fenicios. En Tartesos, los productos más antiguos griegos los introdujeron los fenicios. La plata era intercambiada por aceite, vino, objetos de arte, cerámica fina, jarros y calderos de bronce, perfumes, alabastrones egipcios, telas de lujo (púrpura), lucernas e, incluso, animales como la gallina o el asno. Pero no fueron estos los únicos intercambios que se produjeron, aquellos que afectan a la mente y el comportamiento humano, como los cultos religiosos, fueron los que realmente debieron transformar a las gentes de Tartesos. 
La orfebrería tartésica logró una gran altura uniendo a la tradición del Bronce Atlántico los modos y técnicas traídas por los fenicios. Debieron ser regalos a reyezuelos o, como los tesoros de El Carambolo (Sevilla) y La Aliseda (Cáceres),  piezas de carácter sacerdotal. El lugar de fabricación de todas estas joyas debió ser Gadir -como se constata en el Castillo de Doña Blanca-, que continuó con esta tradición, incluso en época romana. En el conjunto de joyas de La Aliseda, fechado en torno al 600 a. C., compuesto de pendientes, brazaletes, colgantes, sellos, sortijas, un cinturón (decorado con la lucha de Gilgamesh con el león, de iconografía mesopotámica) y una diadema. Este conjunto de La Aliseda tal vez corresponda a los ornamentos sacerdotales de una mujer. En el caso de El Carambolo hablaríamos de un hombre, según la interpretación de Carriazo. 

8 Fragmentos de cerámicas del Bronce Final realizadas a mano de Pocito Chico, están decoradas con incisiones y pintadas.

La circulación de los bienes suntuarios citados era favorecida por las élites aristocráticas de Tartesos. El influjo de los fenicios sobre la cultura de Tartesos fue de muy distinta procedencia: Etruria, Fenicia, Chipre o Campania. Sin embargo, hay objetos, como los marfiles, que no se importaron, sino que se fabricaron en la Península Ibérica según modelos orientales a partir del siglo VII a. C. También son de talleres propios los broches de cinturón, las fíbulas, o los bocados de caballos en bronce. Al lado de los fenicios pronto aparecen los griegos como clientes de las riquezas tartésicas. El viaje de Kolaios de Samos en el siglo VI a. C., junto al citado envío de plata a Focea, no es sino la constatación de la entrada de Tartesos y del Occidente europeo en el origen y desarrollo de las primeras monedas griegas.

9 Cuenta de collar de cornalina, encontrada en la Cabaña del Bronce Final de Pocito Chico, su forma imita un vaso y se trata de una importante pieza de importación.


La cultura de Tartesos es urbana y como veremos rural. El urbanismo entendido como agrupación ordenada de viviendas aparece en la Península antes de la llegada de los fenicios: Asta Regia, Cerro Salomón, El Carambolo, Cerro Macareno, Carmona, Colina de los Quemados, Ategua, Setefilla y San Pedro. En algunas de estas ciudades se practicó incluso la escritura desde el siglo VIII a. C. La serie epigráfica del Castillo de Doña Blanca consta de más de 70 ejemplos. Ya Estrabón se refería en el siglo I a. C. a los escritos en prosa y poesía "que dicen datan de seis mis años". Se pueden leer pero, desgraciadamente, no comprender. 

10 Copa polícroma encontrada entre otras en el Fondo de Cabaña del Bronce Final de Campillo, en la campiña.

Las necrópolis se ubicaban fuera de los poblados como podemos ver en el Túmulo 1 de la necrópolis de "Las Cumbres" en El Puerto de Santa María, los cadáveres eran incinerados en "ustrinas", o piras funerarias. Los restos eran tamizados, lavados y separadas las cenizas, después de lo cual se depositaban en urnas introducidas en hoyos excavados en el suelo. Así, en la necrópolis de "Las Cumbres", el cementerio del Castillo de Doña Blanca, dentro de las urnas se encuentran objetos de bronce, hierro y alabastro y otros objetos de lujo, mientras que  alrededor se situaban las vasijas de ofrendas.
Tartesos se ha definido arqueológicamente con los hallazgos relacionados con los tesoros áureos. Pero hay algo más. Dada la baja densidad demográfica durante la Edad del Bronce, las raíces de lo tartésico han sido objeto de largos y apasionados debates. Hoy en día podemos asegurar que una de sus localizaciones se encuentra en  Pocito Chico, en la campiña de El Puerto, al pie de la Laguna del Gallo en plena Bahía de Cádiz,  y en la cultura que desde la Edad del Cobre se desarrolla en el Valle del Guadalquivir. A la importancia del poblamiento autóctono durante el Bronce Final en la campiña noroeste de Cádiz y el Bajo Guadalquivir, hay que añadir la hipotética llegada progresiva de gentes desde la Extremadura española, caracterizadas por las Estelas Diademadas y de Guerreros. Como la que se encontró en la Cabaña 1 de Pocito Chico. Su conocimiento se debe a las investigaciones que desde hace más de 30 años desarrolla en el lugar un equipo de trabajo vinculado al Museo Municipal de El Puerto de Santa María y la Universidad de Cádiz. 

11 Plano con la reconstrucción de la costa según Juan Gavala, con yacimientos del Bronce Final, con copas tipo Campillo y ánforas de saco.


Bajo los auspicios de la Junta de Andalucía, se unieron a las instituciones citadas otros equipos de las universidades de Sevilla y Autónoma de Madrid, además del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, para la realización de un ambicioso proyecto de investigación. Los objetivos se concretaron en la delimitación espacial de los yacimientos que circundan la Laguna del Gallo, a fin de concretar diacronías y sincronías poblacionales, número de pobladores y grado de explotación del ecosistema; la dinámica de los restos arqueológicos en conexión con la evolución y génesis geomorfológicas del espacio geográfico; y el estudio de los restos arqueozoológicos y paleo-ecológicos (palinología y antracología), análisis sedimentológicos de columnas estratigráficas de origen lacustre y continental, etc.


12 Dibujos: 1, copas de cerámica a torno “tipo Campillo” aparecidas en la Cabaña de Pocito Chico. 2, copas de cerámicas a mano de la misma cabaña. 3, Copas a torno del fondo de cabaña de Campillo.

El yacimiento de Pocito Chico, como ya referimos en la nótula anterior de esta misma serie, se encuentra situado en la fértil campiña del noroeste de la provincia de Cádiz, en él triangulo del vino, entre Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María. Utilizando el lenguaje que Avieno empleó en la Ora Maritima, podríamos decir que este yacimiento se sitúa entre Gadir y el Lacus Ligustinus, a muy poca distancia de la Asta Regia de Plinio, en pleno corazón de Tartesos. Emplazado a orillas de una antigua laguna, llamada del Gallo, que en la actualidad sigue existiendo durante las temporadas de lluvias. Ésta forma parte, junto a las lagunas, Chica, Salada y Juncosa, del complejo endorreico de El Puerto de Santa María, enclave fundamental para las aves, que por millares la utilizan en las migraciones, y para las procedentes del cercano Doñana y marismas del río Guadalete. 
Tanto la riqueza faunística, especialmente en aves, como el tipo de vegetación, convierten a estos lugares en una fuente importante de recursos, de alimentos y materias primas. La caza y crianza de aves, la obtención de huevos, la utilización de juncos y castañuelas para el poblado, los pastizales para la ganadería, etc., serían algunas de las prácticas y productos habituales para los habitantes de la Edad del Bronce en la Laguna.

13 Copas a torno “tipo Campillo” de Pocito Chico.

La relación entre los habitantes de Tartesos y su medio físico debió de jugar durante mucho tiempo un papel esencial para el desarrollo de la vida cotidiana, como se ha podido comprobar en las excavaciones de 1997-99 en Pocito Chico. Las casas fabricadas con paredes de adobes, encaladas y pintadas, con  techumbre vegetal, debieron de ser acogedoras pues se mantienen hasta la actualidad. La vinculación del pueblo gaditano y el mar queda atestiguada en su propia historia. Este  conocimiento del medio hará que la explotación de productos como la sal,  conservante de alimentos, derivará en el futuro en una de las mayores explotaciones comerciales de todos los tiempos, la salazón de pescado.

14 Copa restaurada “tipo Campillo” sin decoración pintada de Pocito Chico.

Los restos  arqueológicos recuperados en este yacimiento nos hablan de un poblado  situado al pie de la laguna mirando a ésta, con pequeñas casas redondas u ovales, coetáneo con otros poblados de su entorno. Debieron ver llegar por primera vez a los navegantes fenicios en torno a los siglos IX -en cronología calibrada- o VIII a. C. en versión relativa o tradicional, con los que realizaron los primeros intercambios comerciales según se desprende por las copas a torno encontradas, los primeros cuchillos de hierro, collares de cornalina y otras piedras preciosas, huevo de avestruz, y otras baratijas.


15 Carrete o soporte restaurado, realizado a mano, de la Cabaña del Bronce Final de Pocito Chico.

La importancia de estos intercambios comerciales recae en los cambios que supone para Europa Occidental la llegada de estos comerciantes. Venidos del fabuloso Oriente, poseen el conocimiento de las ciudades de Egipto, Mesopotamia, Persia… y las nuevas tecnologías que aportaron, teniendo singular trascendencia el conocimiento de la fundición del hierro, que dará nombre a un periodo (la Edad del Hierro), el torno del alfarero, así como algunos animales y plantas que han quedado como parte de nuestra cultura.
En definitiva creemos que estamos ante las primeras transacciones comerciales que se realizan de una forma reglada entre indígenas y fenicios que con el paso de muy poco tiempo dará lugar a la fundación de Gadir, en suelo de Tartesos. 

16 Excavación del fondo de cabaña del Bronce Final de Pocito Chico.


Texto, fotografías y reconstrucciones: José Antonio Ruiz Gil y Juan José López Amador.





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